Mañana 10 de diciembre, vamos a sesionar una vez más en el Senado de
la Nación. Desde que asumimos, hace exactamente un año, ya lo hicimos 32
veces.
Hace 13 años que no se realizaban tantas sesiones en este cuerpo legislativo.
Cuando comenzamos la pandemia -allá por el mes de marzo- se nos
presentó un desafío inédito: teníamos que crear una nueva forma de
funcionamiento para poder seguir trabajando y, al mismo tiempo, teníamos
que cuidar la vida de todos y todas.
Y la verdad es que gracias al compromiso de los trabajadores y las
trabajadoras legislativas, el 13 de mayo tuvimos nuestra primera sesión
remota de la historia.
De esta manera, pudimos adaptar el trabajo parlamentario y los
procesos administrativos a esta nueva modalidad para seguir funcionando,
aún en este contexto que no sólo no pudimos prever, sino que ni
siquiera pudimos imaginar.
¡Pero ojo! No fueron sólo las 32 sesiones. En este año se hicieron
215 reuniones de comisión, en las que participaron 284 expositoras y
expositores invitados. No hay registros históricos de semejante
actividad legislativa.
Aprobamos 40 leyes y dimos media sanción a 87 proyectos de ley que
fueron remitidos a la Cámara de Diputados. Entre ellos, todos los
proyectos enviados por el Poder Ejecutivo al Senado.
Presupuesto 2021
Sostenibilidad de la deuda
Solidaridad social y reactivación productiva
Aporte solidario extraordinario
Protección y beneficios al personal de Salud
Fondo nacional de la Defensa
Capitales Alternas
Reforma del Ministerio Público
Manejo del fuego
Góndolas
Etiquetado frontal
Alquileres
Cuidados paliativos
Telesalud
Receta electrónica
Economía del conocimiento
Grooming
Teletrabajo
Fibrosis quística
Educación a distancia.
Leyes a favor de los argentinos y las argentinas, para ampliar
derechos, hacerle frente a la pandemia, cuidar la economía, fortalecer
el federalismo y defender nuestra soberanía.
Cumplimos, como siempre, con todas nuestras responsabilidades.
En su ámbito, el Poder Ejecutivo sin duda ha hecho un gran esfuerzo
para afrontar dos tragedias. Una anunciada y otra inesperada. La
primera: la economía arrasada del macrismo. La segunda: la pandemia
inédita.
Sobre un sistema de salud practicamente abandonado por el macrismo y
contra-reloj, se pudo rearmar un dispositivo y una infraestructura
sanitaria que permitió que a ningún argentino o argentina le falte una
cama, un respirador o un médico cuando lo necesitó por esta verdadera
desgracia del COVID.
Se logró reestrucuturar en un 99% la deuda externa en manos de
bonistas privados que, como ya sabemos, dejó el gobierno de Cambiemos.
Y, al mismo tiempo, con el IFE y el ATP se sostuvo durante la
pandemia a los más vulnerabilizados y al trabajo registrado y,
obviamente, también a las empresas que lo brindan.
Sin embargo, no se puede decir lo mismo del otro Poder del Estado: el
Poder Judicial. Representado por la Corte Suprema de Justicia de la
Nación, la actuación de ese poder no hizo más que confirmar que fue
desde allí, desde donde se encabezó y dirigió el proceso de Lawfare. Esa
articulación mediática-judicial para perseguir y encarcelar opositores,
se desplegó en nuestro país con toda su intensidad desde la llegada de
Mauricio Macri a la Presidencia de la Nación y, lo que es peor: aún
continúa.
Y que a nadie se le ocurra tergiversar mis palabras con titulares
diciendo que pretendemos una Justicia adicta. Todo lo contrario: somos
la fuerza política que en el 2003, con el 22% de los votos, denunciamos
la extorsión de lo que se conocía como la “mayoría automática de la
Corte”, dando inicio a un proceso virtuoso que culminó con la Corte
Suprema más independiente y prestigiosa de las últimas décadas.
De aquella Corte, hoy no queda absolutamente nada. De los 4 miembros
que propuso Néstor Kirchner, la Dra. Carmen Argibay (magistrada
independiente si las hubo) falleció y el Dr. Zaffaroni, reconocido a
nivel internacional como uno de los mejores penalistas del mundo,
renunció al cumplir los 75 años de edad en cumplimiento de lo dispuesto
por el artículo 99, inc. 4 de la Constitución Nacional y de la propia
jurisprudencia de la Corte que integraba.
La descripción de los hechos que protagonizaron los dos restantes
miembros propuestos por Néstor para integrar la Corte, me eximen de
mayores comentarios.
Uno de ellos es el que se fotografiaba con el Juez brasileño Sergio
Moro y con Claudio Bonadío. El primero -Sergio Moro- es el que sin
pruebas metió preso al ex presidente del Brasil, Inacio Lula Da Silva,
impidiéndole ser candidato a presidente y posibilitando la llegada al
poder de Jair Bolsonaro, quien lo premió designándolo, en un escándalo
sin precedentes, como su Ministro de Justicia. El segundo nunca rindió
un examen para ser magistrado e integro la célebre lista de los “jueces
de la “servilleta”. Bonadío se autodefinía como un practicante del
“derecho penal creativo”: aberración jurídica si las hay y auténtico
eufemismo del lawfare y la persecución a dirigentes populares.
Este mismo integrante de la Corte, el que se fotografiaba con Moro y
Bonadío, fue Presidente de ese cuerpo hasta el año 2018 y en una reunión
de jueces federales de Comodoro Py, les aseguró que todas las
instancias superiores les iban a confirmar y convalidar todas las
decisiones de primera instancia que dictaran contra los dirigentes y ex
funcionarios kirchneristas. Lawfare al palo.
La otra integrante que Néstor propuso, no sólo no renunció a su cargo
al cumplir los 75 años de edad -como lo hiciera el Dr. Zaffaroni-, sino
que además recurrió a un Juez de primera instancia para que le
permitiera permanecer en el cargo en acuerdo con el Gobierno de
Cambiemos -que no apeló aquella resolución judicial- y en abierta
violación a la jurisprudencia de la misma Corte Suprema y a lo dispuesto
por la Constitución Nacional.
El macrismo en el Poder completó la fotografía de la Corte actual,
cuando a través de un Decreto de Necesidad y Urgencia intentó nombrar a
Carlos Rosenkrantz y Horacio Rosatti como miembros de la Corte Suprema.
Lo más terrible de aquel episodio fue que quienes debían garantizar
el cumplimiento de la Constitución y las leyes en todo el País,
aceptaron ser designados por decreto sin cumplir lo que prescribe la
Constitución Nacional y las leyes, que exigen un procedimiento
determinado y preciso para cubrir las vacantes de la Corte.
Por si todo ello fuera poco, en el año 2018, Carlos Rosenkrantz, uno
de los dueños del estudio jurídico cuya cartera de clientes esta
conformada por los principales grupos empresarios argentinos y
extranjeros en el país, fue designado Presidente de la Corte Suprema
Justicia de la Nación. No se recuerda algo semejante en la historia del
Poder Judicial de la Nación.
Hoy, la Corte esta integrada por esos cuatro funcionarios más el Dr.
Juan Carlos Maqueda, histórico dirigente político del peronismo
cordobés, propuesto por el Dr. Eduardo Duhalde, durante su breve
interinato como presidente.
Estos cinco funcionarios deciden hoy sobre la vida, sobre el patrimonio y la libertad de las personas que habitan nuestro país.
A nadie debería extrañarle entonces, no sólo que el Lawfare siga en
su apogeo, sino que además, se proteja y garantice la impunidad a los
funcionarios macristas que durante su gobierno no dejaron delito por
cometer, saqueando y endeudando al país y persiguiendo, espiando y
encarcelando a opositores políticos a su gobierno.
Tampoco deberíamos extrañarnos si esta Corte, que consintió
alegremente el mayor endeudamiento del que se tenga memoria a escala
planetaria con el FMI, empieza a dictar fallos de neto corte económico
para condicionar o extorsionar a este gobierno… O lo que es peor aún:
para hacerlo fracasar.
De los tres poderes del Estado, sólo uno no va a elecciones.
Sólo un Poder es perpetuo.
Sólo un Poder tiene la palabra final sobre las decisiones del Poder Ejecutivo y del Poder Legislativo.
Si ese Poder…
Además de ser perpetuo…
Además de no ir jamás a elecciones…
Además de tener la palabra final sobre la vida, el patrimonio y la
libertad de las personas por encima del Poder Ejecutivo y del Poder
Legislativo…
Si además de todo eso, ese Poder sólo es ejercido por un puñado de
funcionarios vitalicios que toleraron o protegieron la violación
permanente de la Constitución y las leyes, y que tienen, además, en sus
manos el ejercicio de la arbitrariedad a gusto y piacere, sin dar
explicaciones a nadie ni estar sometidos control alguno…
Bueno… Si esto sigue sucediendo en nuestro país, estaremos muy lejos
de construir la República y la Nación que, estoy segura, anhelamos la
inmensa mayoría de los argentinos y las argentinas.
Cristina Fernandez de Kirchner, 9 de diciembre de 2020