Una guía para entender qué se juega con la Hidrovía

En septiembre comienza la gestión pública, que sería por un período corto hasta lanzar una nueva licitación

La discusión alrededor de la principal vía fluvial del país se volvió uno de los temas centrales del año. Se trata de un aspecto nodal de la economía nacional pero también de la biodiversidad. Encierra un negocio fabuloso para el entramado exportador y representa una oportunidad para dar impulso al sector naval y mejorar el control sobre los bienes que entran y salen del país.

La hidrovía es el cauce de alrededor del 80 por ciento de la exportación nacional. (Fuente: Leandro Teysseire) 

Una vía de comunicación estratégica. Un corredor logístico nodal. Eje de integración provincial, reserva energética, fuente de biodiversidad extraordinaria y desafío para el gobierno. Todas estas descripciones le caben a la llamada “hidrovía”, esa ruta fluvial que por estos meses enciende debates y copa titulares amagando con convertirse en uno de los temas del año. Pero, ¿qué es lo que en el fondo se discute?, ¿cuáles son las posturas en pugna y por qué conviene que la ciudadanía se forme una opinión sobre esto? Dedicada a quienes se inician en un tema tan arduo como apasionante, a continuación una guía sintética para compartir, cuestionar, completar y actualizar.

Invitamos a leer la guía - Tocando aquí -

Homenaje a la figura de Eva Duarte de Perón (Evita)

En este nuevo aniversario del paso a la inmortalidad de Evita, hacemos nuestro homenaje y conmemoración compartiendo esta historia de vidas. Vidas que el trabajo solidario y comprometido de Evita sacó de la marginación y el olvido, para darles la oportunidad y condiciones del progreso. La historia ayuda a comprender por qué Evita vive en los corazones del pueblo.


Se tomó el último mate, "el del estribo", recibió el beso en la frente que cada día le daba su mamá, y emponchándose bien, salió a la aún noche de aquella madrugada de invierno. Uno de los hermanos más chicos la acompañó. Caminaron rapidito hasta la terminal de colectivos, ella con su bolsito colgando del hombro. Se cruzaron con el diariero al que saludaron como todos los días, a Don José el panadero, y a Doña Laura la kioskera. 

Ya estaba allí, en la Terminal de Micros de Victoria, ronroneando cansinamente el destartalado omnibus que la llevaría a su trabajo. Sacó su boleto y subió, saludando casi por costumbre a sus habituales compañeros de viaje. Le tiró un beso con la mano, a su hermano que la veía desde la dársena. Se acomodó en un asiento, y acurrucándose contra la ventanilla trató de robarle al viaje un ratito más de sueño. 

-Susana, vamos que ya llegamos- le dijo el chofer del colectivo. Se despertó sobresaltada, pensando que ese viaje de cuarenta minutos había sido demasiado corto para dormir. Agarró su bagayito de ropa y deseando un feliz viaje al resto del pasaje se bajó en la ruta, en el medio de la nada.

Apenas en el horizonte algunos rayos de luz despuntaban mortecinamente. Susana y sus diecisiete años quedaron solitos cuando las luces rojas traseras del colectivo se alejaron. Se subió el cuello del saco y cruzó el alambrado. Hacia mucho frío. Poco más de media legua separaban la ruta de la escuela. El canto mañanero de algun zorzal, y el crepitar de la escarcha bajo sus pies, fueron sus compañeros de camino.

Llegó a la Escuela Rancho ya con las luces del sol sobre sus hombros. Era una tapera miserable que tenía el título de "escuela". Tres paredes de adobe, ya que la cuarta se había caído. Techo de paja y piso de tierra. Cuando llovía tenían que sacar los pupitres afuera porque adentro se inundaba. 

Entró a su Escuelita y dejó sus cosas arriba del desvencijado escritorio. Poco después, llegó la otra maestra, ya que Susana y sus diecisiete años, la identificaban como la maestra recién recibida de la Escuela Normal. Su compañera, mayor que ella, ya cargaba con varios inviernos como ese, sobre sus espaldas.

Prendieron un brasero y trataron de acomodar los bancos, esperando la llegada de los niños.Uno a uno fueron llegando, casi todos descalzos, caminando o a caballo. Hijos en su mayoría de alemanes del Volga, que allí estaban aprendiendo la lengua de su nueva tierra. Una vez que estuvieron todos, izaron la gastada celeste y blanca en el mástil de palo en aquel lugar olvidado de la patria. Ceremonia importante para aquellos niños nacidos allende los mares,porque ese raído paño blanquiceleste, les señalaba su argentinidad.

Las maestras vivían en un ranchito de una vecina del lugar, que les alquilaba una piecita, ya que vivir en la escuela era imposible. Estaban alejadas de lunes a viernes, ya que el viaje desde Victoria hasta Chilcas, aquel desolado paraje entrerriano, hubiese consumido mucho dinero de sus menguados sueldos. 

Un día, la maestra mayor apareció con una cámara de fotos.Juntaron a todos los chicos frente al rancho y sacaron varias fotos. Las revelaron, las pusieron en un sobre y las enviaron a la mítica y lejana Buenos Aires, a una Fundación. Lo hicieron como el naúfrago que arroja un mensaje en una botella al mar, sin muchas esperanzas.

El tiempo pasó, y pasó, y no tuvieron noticias de aquella carta. Hasta que un buen día vieron venir por el camino polvoriento a varios camiones trayendo materiales de construcción. Obreros venían en ellos. Pocos días después tenían una escuela nueva, reluciente, con una casita al lado para que las maestras tuvieran donde vivir. Inclusive los niños tuvieron sus primeros zapatos y juguetes. Los varones nunca habían tenido una pelota de verdad y las nenas, muñecas que parecían bebés auténticos. 

Cuando todo estuvo listo, entre sollozos de alegría, aquellas dos maestras pudieron izar con orgullo la nueva celeste y blanca en un mástil decente. Hasta la bandera de Belgrano ondeó con  orgullo y gallardía, como un símbolo de redención. La escuela vieja fue demolida para evitar recordar aquel oprobio de años.

Alguien en la lejana Buenos Aires había recibido aquella botella arrojada al mar y había respondido como debía ser, sabiendo que los únicos privilegiados son los niños.

Con estas líneas, sin ser yo peronista, quería recordar a la Señora María Eva Duarte de Perón, en un nuevo aniversario de su paso a la inmortalidad. Porque lo malo se critica, pero lo bueno se rescata.


Ahhh !!!.... Aquella maestra de diecisiete años, llamada Susana Nieves Osuna, era mi mamá.

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